¿Quién no ha jugado con un caballito de madera de vaivén?
Este ancestral juguete ha estado presente en la vida de muchos; y no es coincidencia, su historia se remonta a más de 200 años, en los que generación tras generación, han existido en las habitaciones de los niños para recrear todo tipo de persecuciones, batallas y aventuras cabalgantes.
Estos caballitos, también llamados rockers, fueron diseñados en el siglo XVII en madera maciza, lo que los hacía pesados y poco seguros. Luego de unos años, en la época Victoriana, se concibió la idea de construirlos huecos, logrando que fueran más ligeros y estables; así, se dio a luz la idea de un compartimento secreto en el bajo vientre del animal, donde podían almacenarse fotografías, monedas, mechones de pelo del bebé y otras chucherías, llenando el juguete de historias y experiencias pasadas, que serían encontradas por las generaciones futuras.
Hoy continuamos encontramos estos compañeros, reinventados con diferentes formas y diseños, que ayudan a complementar las habitaciones y a tener un confidente y amigo que acompañe los días de los más pequeños.
Estos divertidos juguetes ayudan a estimular la independencia, coordinación, el balance y sobretodo, la imaginación, pues el niño puede creer que está volando a través del aire como un ave o golpeando las rocas hacia adelante y hacia atrás como una ola del mar. Es importante utilizar y estimular la imaginación de los pequeños a través del juego, para que aprendan sobre el mundo que los rodea. Un niño frecuentemente toma situaciones de su vida y las incorpora al juego para entenderlas mejor.
La diversión no puede parar en las habitaciones, es por esto que los rockers son un complemento ideal que ayudará a dar un ambiente cálido y alegre al espacio.